domingo, 19 de enero de 2014

Diecinueve.


Tan solo pasan unas décimas de segundo, y en ese poco tiempo tienes que pedir un deseo. Un gran deseo, algo que quieras con todas tus fuerzas, algo que desees que se cumpla por encima de todo y de todo, algo de lo que estés seguro que no te vas a arrepentir, algo de lo que jamás dirás me confundí... debe ser algo que lleves tiempo esperando con ansia, algo que no puede esperar más, que se cumpla ya.
En esas décimas de segundo cierras los ojos, te concentras y piensas en lo que quieres y lo que deseas... entonces es cuando sucede, cuando te das cuenta de que todo lo que quieres está relacionado con el mismo tema, que no hay más de una cosa que te gustaría tener, ni que esperes ansiosamente conseguir.
Tan solo es una cosa, un deseo, pero a la vez es un mundo. Con los ojos apretados con gran fuerza, pides en voz baja que te concedan el milagro de seguir con él, de estar junto a él, de sentirle, de abrazarle, de besarle, de quererle... Entonces abres los ojos y le ves, esta ahí contigo, te mira y te regala una de sus sonrisas y por ahora, por el momento, en el presente, está contigo.

La chica de los gatos.

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