jueves, 27 de febrero de 2014

Cincuenta y nueve.


El dolor acepta diversas formas, una punzada, una leve molestia... dolor sin más, el dolor con el que convivimos a diario... Pero hay dolor que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás y hace que el mundo se desvanezca hasta que solo podemos pensar en cuanto daño hemos hecho. ¿Cómo enfrentamos el dolor? Depende de nosotros.
El dolor, anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo... ignorarlo, para algunos la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo.
El dolor, solo hay que aguantarlo. Esperar a que se vaya por si solo y a que la herida que lo ha causado cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse pero a veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte.
Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta.

La chica de los gatos.

Cincuenta y ocho.


La vida es una lucha de leones. Levanta la cabeza, echa los hombros hacia atrás, camina con orgullo, no te lamas las heridas, celébralas. Las cicatrices de tu cuerpo son la marca del campeón. Has estado en una pelea de leones, que no hayas ganado no significa que no sepas rugir.

La chica de los gatos.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Cincuenta y siete.


Se sentó a su lado y suspiró.
-¿Qué va a pasar con nosotros? - preguntó.
-No lo sé.
-¿Nunca te lo has preguntado? - Ella se paró a pensarlo unos segundos y finalmente ladeó la cabeza, con la mirada hundida en el infinito.
-No quiero saberlo.
-¿Por qué?
-Porque eso es lo que lo estropea todo.
Siempre. Pensar continuamente en por qué y en cómo. No dejarle sitio a tu imaginación, pretender controlar lo que sientes y por qué. Debe ser horrible... planear tanto tu vida que te olvides de vivirla.

La chica de los gatos.

Cincuenta y seis.


Dicen que de los errores se aprende, pero cuando un error lastima a otro y deja una marca, ¿de que sirve la lección?
Cuando el error que cometiste no tiene solución, cuando cometes un error que puede poner en peligro lo que amas, cuando el error puede ser mortal, cuando un error estúpido te marca para toda la vida, cuando un error no tiene perdón... cuando ya es demasiado tarde y por más que hagas lo que hagas no puedas reparar tu error, solo se puede llorar y avanzar mirando hacia delante, porque hay errores que no tienen arreglo.
Son errores fatales, errores imperdonables, errores que nos torturan toda la vida.
Desesperados intentamos reparar ese error, hacer algo que al menos pueda enmendar en parte todo lo que hicimos. Hay errores que cambian tu vida para siempre. Hay errores inesperados, fuera de todo cálculo... son errores que no tienen arreglo. Por arreglar ciertos errores uno daría su vida.

La chica de los gatos.

lunes, 24 de febrero de 2014

Cincuenta y cinco.


De frente o media vuelta.
Camino con precaución, pensando en cada paso, sintiendo el trayecto que tomo cada vez que mis pies pisan la arena. 
A veces dulce, otros amargo.
Cojo aire. En ocasiones cuesta calificar el olor. ¿Mezclas? ¿Algo desconocido? ¿Algo nuevo?
Te preguntas si lo has probado alguna otra vez.
Sigo con los ojos cerrados, intentando que sea leve, corto, indolora. Que a la hora de levantar los párpados los latidos puedan conmigo.
Que tenga que contener el aire y apretar los labios para que el corazón no se me escape por la boca, como hicieron las lágrimas en un pasado por los ojos...

La chica de los gatos.

Cincuenta y cuatro.


Confiésame que me respiras, que piensas en mi vaca vez que un "no" cruza tu mente. Que mi mirada te transmite paz y que mis palabras son el combustible para creer en un "puede". Por favor, confía en que puede ocurrir. Entiende que en ningún momento firmamos un contrato y es allí donde reside el valor...
Tranquilo, yo también tengo miedo. Sabemos que sin arriesgar nunca se gana, pero tampoco se pierde. Sin embargo, ahora mismo no puedo pensar en qué puedo perder que cuaje más que la ausencia de algo que he podido rozar con mis propias manos.
No se puede intentar ignorar el vicio de algo que sabes que existe. Esto tenía que ocurrir, y ahora es cuando la locura, irónicamente me dice que tengo que hacer las cosas bien, con la mente en frío y lo mejor que pueda.
Allá voy.
Pero necesito tu ayuda, si es que estás en esto conmigo...

La chica de los gatos.

Cincuenta y tres.


Hay quien piensa que el desayuno son solo unos pocos minutos por la mañana, pero en realidad es como el parte del tiempo, en cuanto me siento delante del colacao se el día que voy a tener por delante. En casi 19 años he tenido desayunos de todos los tipos: desayunos en familia con risas y croissants todavía calientes; desayunos solitarios pensando en mis cosas; desayunos en compañía llenos de ilusión y nervios por las cosas que empiezan; y también desayunos que empiezan en la mesa y acaban en la cama; desayunos acelerados sin tiempo para nada o llenos de dudas y miedo por las personas a las que quiero. Son solo unos pocos minutos pero en el desayuno ya sabes como va a ser el día que te espera y hoy se que las cosas no van a ir demasiado bien.

La chica de los gatos.

viernes, 21 de febrero de 2014

Cincuenta y dos.


¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor, tienes miedo, miedo de enfrentarte contigo misma y decir está bien, la vida es una realidad, las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya estás en una jaula, tu misma la has construido y en ella seguirás vayas a donde vayas, porque no importa donde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma.

La chica de los gatos.

Cincuenta y uno.


El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un cardenal. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mi.

La chica de los gatos.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Cincuenta.


A veces suceden cosas en la vida, cosas inesperadas, bonitas pero temibles por lo buenas que pueden ser. Sientes miedo,  miedo a equivocarte, a tomar la decisión incorrecta, a enamorarte demasiado del momento que estás viviendo. Pero no temas, no pares, no te rindas, porque la vida esta para vivirla en cada momento, así que disfruta del presente y no le temas al futuro. Un futuro que debe de estar cargado de experiencias, y no importa si el resultado es bueno o malo, sino lo que aprendes de ellas cuando acaban, los recuerdos que te dejan y los buenos momentos que has pasado viviéndolas, momentos felices, con risas, muchas risas... Y eso es lo verdaderamente importante, ya que no hay día más perdido que aquel en el que no hemos reído. Recuerda que es de héroes sonreír cuando el corazón llora. Y lo que debes saber es que si luchas puedes perder, pero si no luchas ya estas perdido.

La chica de los gatos.

Cuarenta y nueve.


A veces me siento frente a la ventana cuando estoy cansada. Miro un punto fijo e imagino la sensación de la brisa en mi cara hasta que tengo la necesidad de que esa brisa se transforme en viento. Viento que mueva, desordene, alborote todo y a pesar de ese caos quede la sensación de que mi vida es una habitación aireada... 
Ese viento, ese remolino que tanto necesito... 

La chica de los gatos.

Cuarenta y ocho.


Mi cabeza no me consuela en ningún momento, me advierte que olvide todo y siga mi camino, hacia donde de verdad me merezco seguir... no debo seguir donde estoy estancada... ni darle más vueltas... Porque lo correcto no se hace tan tentador.

La chica de los gatos.

Cuarenta y siete.


Siempre viene bien terminar un trabajo con una cita, Dereck dice que siempre hay alguien que lo ha hecho mejor que tú y que si no puedes superarlo, robaselo y aprovéchate: "No somos enemigos, sino amigos, no debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos. Las místicas cuerdas del recuerdo resonarán cuando vuelvan a sentir el tacto del buen ángel que llevamos dentro".
Supongo que ahora debo decir lo que he aprendido, mi conclusión.
Pues mi conclusión es que el odio es un lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado. No merece la pena.

La chica de los gatos.

Cuarenta y seis.


¿Qué se hace cuando uno se antoja con lo eterno?¿Con lo intocable, con la perfección, con lo inexistente?¿Cómo comportarse cuando se conoce lo que representa lo imposible, lo inmortal?
No puede haber nada más cruel que dar a descubrir, observar y conocer una sensación que no está a tu alcance. Rozar el sabor con tus labios, pero no saborearlo.
No se toca, no se mira.
Se avecina, no se queda.
Se siente, no se tiene...
Es como si se te mostrase en bandeja de plata, con todo detalle un manjar exquisito, único, delicioso, placentero... Y decirte que no lo podrás probar.
Nunca.
Jamás.
Lo retiran, causándote la peor sensación que uno pueda sentir. Conocer lo inalcanzable. No sólo conocer sino sentirlo sin que permanezca.
Como una pequeña dosis de heroína que te deja sediento y hambriento de ella, necesitado, débil, vacío.
Lo necesitas.
¿Y si lo que necesitas no existe?¿Y si has conocido aquello que jamás tendrás creando un vacío que no existía antes...? 
¿Y si conoces la lujuria y estás condenada a la pobreza?
Conocer, siempre es bueno, hasta que conoces algo que crea un agujero sin fondo en ti. Saber que hay algo que jamás podrás saciar, y que si algo similar a ello existe, tú no serás precisamente el que llegue a conocerlo.
Tanto de ti lo impide, te conoces tan bien que sabes que si hay algún elegido, tú no estarás entre ellos. Has tenido experiencias que otros no han tenido, y eso no consigue llenar lo que en otro llenaría más que con abundante satisfacción.
¿No es mejor la ignorancia?
No veo que tiene de malo desconocer de tus necesidades si ello te ahorra sufrimiento.
Y más si son insaciables.
Envenenada por un ansia sin antídoto... Sé lo que me puede curar, el pequeño detalle es que jamás llegará a mis manos...

La chica de los gatos.

viernes, 14 de febrero de 2014

Cuarenta y cinco.


Hundida yo estaba, ahogada en soledad mi corazón lloraba de un vacío total, todo lo intenté por donde quiera te busqué, eras tú mi necesidad. Triste y desolada ya no pude soportar, mas desesperada era imposible estar, todo lo intenté por donde quiera te busqué eras tú mi necesidad, alce mi rostro y... Llegaste tú y todo cambió, llegaste tú y la esperanza triunfó, llegaste tú y volví a nacer. Por tanto tiempo quise buscar la solución a este gran vacío, llegaste tú y por completo mi vida cambió.

La chica de los gatos.

jueves, 13 de febrero de 2014

Cuarenta y cuatro.


Había una cosa que sabía a ciencia cierta, lo sabía en el fondo del estómago y en el tuétano de los huesos, lo sabía de la cabeza a los pies, lo sabía en la hondura de mi pecho vacío... El amor concede a los demás el poder para destruirte. 

La chica de los gatos.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Cuarenta y tres.


Quiero que me oigas, sin juzgarme. Quiero que opines, sin aconsejarme. Quiero que confíes en mi, sin exigirme. Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi. Quiero que me cuides, sin anularme. Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi. Quiero que me abraces, sin asfixiarme. Quiero que me animes, sin empujarme. Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi. Quiero que me protejas, sin mentiras. Quiero que te acerques, sin invadirme. Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas. Quiero que sepas, que hoy, hoy puedes contar conmigo.

La chica de los gatos.

Cuarenta y dos.


-Has dormido profundamente, no me he perdido nada -sus ojos centellearon-. Empezaste a hablar en sueños muy pronto...
Gemí.
-¿Qué oíste?
Los ojos dorados se suavizaron.
-Dijiste que me querías.
-Eso ya lo sabías -le recordé, hundí mi cabeza en su hombro.
-Da lo mismo, es agradable oírlo.
Oculté la cara contra su hombro.
-Te quiero -susurré.
-Ahora tú eres mi vida -se limitó a contestar.
No había más que decir por el momento. Nos mecimos de un lado a otro mientras se iba iluminando el dormitorio. 

La chica de los gatos.

lunes, 10 de febrero de 2014

Cuarenta y uno.


Está buen dudar, reflexionar... incluso el miedo está bien. Pero a veces hay que animarse y avanzar, dar por fin ese paso que tanto nos cuesta y tanto miedo nos da.
Juntar coraje y atreverse a hacer eso que hay que hacer, da pánico. Pero una vez que dimos el primer paso, el miedo desaparece y ya todo es más fácil. Una vez que perdimos el miedo, y lo hicimos, casi da risa pensar que eso daba tanto miedo. Y al final... al final fue tan fácil.

La chica de los gatos.

Cuarenta.


¿Qué es la amistad?
La amistad es una cajita de cristal, pequeña, transparente, donde guardas allí dentro todos tus pensamientos, ideas, cariño y amor. Un cristal fino donde te reflejas, material en el que están hechos tus sueños. Son porciones de tu corazón que intentas que no se rayen nunca. Un amigo es más que una persona... algo que no es físico, algo que siempre llevas, es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que crees, en lo que confías, en lo que sientes, eso que más allá del mundo encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que lamentas no ver, porque el amor no se ve, no se toca, no se huele, simplemente lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la materia física que es. Su esencia oculta entre los pliegues del terciopelo de tu cajita de cristal. A veces lo miras a los ojos, a veces sientes su presencia, sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que sientes. Es aquello por lo que darías todo.

La chica de los gatos.

Treinta y nueve.


Tal vez podrás cambiar mi piel por otra que no tenga nada que decir. Tal vez soy yo la que se equivoca cuando pienso que has cambiado. Y mi melancolía me provoca mil ganas de verte, no me han avisado que esto se termina, no se me hace fácil olvidar... Déjame besarte una vez más, regresar de noche convertido en sueño, no es tan fácil desprenderme de tu corazón, no es tan simple desafiarte amor y tenerte atado a algún motivo... Ser la sombra en tu camino.

La chica de los gatos.

Treinta y ocho.


Mírate, estás aquí, muy cerca de tu sueño.
Estás tan cerca de cumplirlo y sin embargo estás temblando, por favor no dejes que el miedo te domine, escucha solamente a tu voz interior, esa que se revela cuando te quedas callado, que estalla cuando te guardas los besos, que llora de rabia cuando bajas la cabeza.
Tú sabes que es lo que realmente quieres, no te detengas y hazlo.
A lo mejor perdiste muchas cosas a lo largo del camino, sueños, amigos, ilusiones. Quizás alguien te rompió el corazón en mil pedazos, aun así no pierdas nunca la fe en ti mismo, repítele a tu corazón que nunca es tarde, que siempre hay tiempo para empezar de nuevo y vas a ver como empieza a latir con renovadas fuerzas.

La chica de los gatos.

Treinta y siete.


Aquel día en aquel sueño soñando soñé,
que estaba soñando contigo, bajo un cielo
de estrellas mil, hay que ver, precioso, precioso.
Y en aquel mar que no nos pudimos bañar, por ser tan caprichosos...

La chica de los gatos.

Treinta y seis.


Un día soñando en un sueño soñé, que estaba soñando contigo,
soñar con hacerte el amor y soñé que no estaba dormida,
sueño que sueño, piel con piel, calor con calor...
cuerpo con cuerpo y aquel color de tu pelo y tu piel a la vez, aún despierta y recuerdo.

La chica de los gatos.

Treinta y cinco.


Porque tú iluminas mis días con tu sonrisa, tú, solo tú consigues hacerme sentir unas mariposas en la barriga, solo tú consigues que me ría por cualquier tontería, solo tú consigues que sea yo misma contigo, solo tú y no te tengo.

La chica de los gatos.

lunes, 3 de febrero de 2014

Treinta y cuatro.


Eres lo que quiero, eres lo que necesito, tu eres todo... Solo dame un tiempo para olvidarme de ti, solo dame el aliento para poder sobrevivir, esconderte detrás de tus sentimientos no va a servir, si tu lo eres todo para mi.

La chica de los gatos.

Treinta y tres.


Deseo, espero y quiero que me mires a los ojos. Y que no hagan falta palabras para responder mis pensamientos. 
Estarás aquí y aunque el miedo a correr te pueda echar para atrás, las ganas de seguir te impulsen a probar. 
Dime que no te importa equivocarte, que el conocerme te ha hecho aprender a elegir, a creer. Que las generalizaciones no son promesas y que ves en mi algo que jamás verás en ningún otro lugar...

La chica de los gatos.

Treinta y dos.


Cuando estás completamente sola, y te acuerdas de esa persona por infinita vez al día, y recuerdas los momentos que habéis compartidos, todos y cada uno de ellos, algunos buenos y otros malos, pero todos especiales a su manera. Y que todo haya acabado así sin más, y que serías capaz de dar tu vida solo por estar con él, la persona que supo hacerte sentir lo que no sentiste con nadie y que ahora parece haberse olvidado de todo lo vivido, de todos los te quiero, de cada mensaje, de cada mirada...

La chica de los gatos.