miércoles, 30 de octubre de 2013

Trescientos tres.


¿Sabes? Cuando crees que tienes todo en tus manos, cuando crees que nada se puede torcer, cuando te crees perfecta y que todo el mundo te mira, cuando crees haberlo conseguido todo, entonces viene una barrera de esas enormes que no puedes superar. Te rindes. Y la mayoría de veces te quedas sentada esperando que pasará después, yo me quedo contigo detrás de la valla, y cuando quieras saltarla yo te ayudaré.

La chica de los gatos.

martes, 29 de octubre de 2013

Trescientos dos.


Tengo ideas raras, puedes compartirlas o tirarlas. Sufro insomnio, he pasado mil noches con la cama como mero soporte de mis dudas, les doy vueltas, me rebozo en sábanas, me como al techo con los ojos. Debo admitir sueños incumplidos, grietas y desperfectos que no se ven con solo fijarse en la fachada. Me defino como escapatorias a cuenta-gotas y un misterio en la mirada. Te contaría que respiro pero ya no me inspiran, que lo agarro todo con pinzas, que me gusta hablar cuando no se debe, y que odio los días en los que hace frío o llueve. Me crezco ante los problemas, y me pregunto quién coño soy los domingos por la mañana.

La chica de los gatos.

lunes, 28 de octubre de 2013

Trescientos uno.


Sueño despierta y vivo soñando, vuelvo a la realidad pensando que los días son muy largos, contando segundos, sentada en mi cuarto, pensando que al final no fue tanto, sola me levanto tras cada caída me resta una vida.
Solo tengo un momento, o eso creo. Un destino, o eso siento. Respiro, tu aliento dentro dura lo mismo que un cuento una vez leído y no sacarle más provecho, y mis páginas son eternos sentimientos que se reescriben, vuelvo al comienzo. Entenderás tus deseos no cumplidos, no puedes borrarlos, ya existieron.

La chica de los gatos.

domingo, 27 de octubre de 2013

Trescientos.


¿En qué momento se convirtió mi vida en una broma?¿En qué momento perdí el zapato, mordí la manzana o dormí cien años para despertarme en este puto sin sentido?¿Qué es lo que me hace no dar crédito, liquidar los sueños a la luz del día, saborear los antiguos sinsabores y amarrarme al puerto de las persianas bajadas? No quiero dejar mis pisadas en la nieve de la vida de nadie, ni la marca roja de mi pintalabios en el cuello blanco impoluto de su camisa. Quiero maremotos, olas de siete metros y mensajes secretos en las servilletas de un bar o en un libro de sopas de letras. Y recibir una carta en blanco, sin remite. No hay nada en este mundo que eche más de menos que el peligro, la complicidad y las quince vueltas de campana en la montaña rusa debastadora de mi vida. Echo de menos una primavera en pleno enero.

La chica de los gatos.

sábado, 26 de octubre de 2013

Doscientos noventa y nueve.


Lo que intento decirte es que entiendo lo que es sentirse el ser más pequeño, insignificante y patético de la humanidad y lo que es sentir dolor en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías. Y da igual cuántas veces te cambies de peinado, o a cuántos gimnasios te apuntes, o cuántos cigarros te fumes con las amigas, porque sigues acostándote todas las noches repasando todos los detalles y preguntándote qué hiciste mal o qué pudiste malinterpretar. Y cómo puñetas en ese breve instante pudiste pensar que eras tan feliz. A veces incluso logras convencerte de que verá la luz y se presentará en tu puerta, pero luego no lo hace y vuelta a lo mismo. 

La chica de los gatos.

Doscientos noventa y ocho.


No es que sea fuego, es que ya he ardido, no es que esté buscando, es que me he perdido, no es que esté volando, es que estoy colgando de ti. No es que oigas tiros, es mi bala perdida, no es que huela a sangre, es una vieja herida.
No es que sea urgente, es que tenga prisa, no soy imprecisa, es que voy sin medida, no es que esté colgada, es que también estoy borracha de ti. No es que tenga fiebre, ya venía caliente, no me siento sola, es que hay mucha gente, aun está reciente, intermitente, y yo colgada de ti.
No es que me partieran el corazón, es que solo hay cascaras, no es que ya no sea la misma, es que cambié la mascara.

La chica de los gatos.

jueves, 24 de octubre de 2013

Doscientos noventa y siete.


Por muchas noches en blanco que una se siente a pensar en su biografía sentimental, la verdad, es que encontrará pocas soluciones. Podrás parchear tal o cual relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre, que en un momento dado saltarán pedazos como tantas otras veces, porque uno es como es y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi... Un combate perdido de antemano.
Así que lo mejor que nos podría pasar, es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad, como lo yogures, así sabríamos de antemano cual es la fecha del final y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas y discusiones, nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasa la última décima de segundo. 
Aunque si lo piensas lo bueno de no tener fecha de caducidad, es que nos permite seguir soñando con que esta vez si, ese yogur pueda conservarse para siempre.

La chica de los gatos.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Doscientos noventa y seis.


¿Cómo he terminado haciendo daño a todo el mundo? Si yo sólo quería quererte, y comerte a besos cuando llegaras a casa, y verte ahí al lado cuando suena el despertado, y mirarte cuando desayunamos con olor a pan tostado... Y no dejar de mirarte en todo el día... Pero lo único que he conseguido es caer enferma de tristeza. Lo siento tanto... Y te he querido tanto... 

La chica de los gatos.

martes, 22 de octubre de 2013

Doscientos noventa y cinco.


Cada sonrisa, cada mirada, hace que valga la pena. Pero no sólo hay cosas buenas... Quisiera volar, escaparme de aquí, a un sitio donde nada sea igual, donde  no hayas nacido, donde yo no haya existido... 

La chica de los gatos.

lunes, 21 de octubre de 2013

Doscientos noventa y cuatro.


En una película dijeron que aquello que se pierde, se pierde. Muchas veces, desde que lo oí, me he quedado pensando hasta qué punto esa frase era cierta. Hay veces que perdemos algo, creemos que nunca más volveremos a recuperarlo y de repente un día aparece de nuevo, bajando del cielo, dispuesto en exclusiva para nosotros. Pero las cosas hay que ganárselas, ¿no? Otras veces las cosas se pierden y nunca más vuelven. Recuperar lo pasado es llamar al viento y pretender que venga. No nos corresponde a nosotros el deseo de que vuelvan, lo hemos provocado así y nos lo hemos ganado. Punto final. Y también existe aquello que creemos perder y en verdad nunca se fue. Y dentro de este grupo entran todo tipo de cosas: una amistad, una relación con algún pariente, un objeto preciado que aparece en el lugar menos pensado... Y lo sentimental, el amor. Creemos que el deseo se ha ido, que la necesidad ha desaparecido, que los sentimientos van caminando por otro camino desconocido, comienzas a sonreír más, parece que se va, se va, se va... Pero no. No se ha ido y un olor es el que te lo recuerda. Los días que mejor estás, sin que te duela levantarte de la cama, todo el universo parece conspirar contra ti: recuerdos por todos lados, su nombre en boca de todos, olores, palabras, películas, canciones. Y es entonces cuando te das cuenta de que hay cosas que crees perder y nunca pierdes.

La chica de los gatos.

Doscientos noventa y tres.


No sé si es cierto lo que he visto o es el efecto de una droga. ¡Qué bien! Hoy todo es tan distinto... parece que el mundo funciona. La gente ya no siente miedo, las sombras tienen mil colores, el viento barre los problemas y en las pistolas crecen flores. Y es que es tan alucinante que hace días que no duermo, por si acaso al despertarme veo que todo ha sido un sueño.

La chica de los gatos.

sábado, 19 de octubre de 2013

Doscientos noventa y dos.


Ella camina por la calle con aires de superioridad. Sabe que el mundo la adora, sabe que ahora es lo más. Ropa de Dolce&Gabanna, gafas grandes de Ray-Ban. A nadie le importa lo qué es ella, sólo lo que puede aparentar. Y mira por encima del hombro a miles de caras que la miran con gozo. Pero aunque por fuera es radiante, sin duda una superstar, por dentro está vacía, nunca supo a quién amar.

La chica de los gatos.

viernes, 18 de octubre de 2013

Doscientos noventa y uno.


Sentada en mi cocina, me dispongo a renunciar a la grotesca impostura de querer en sueños, a la francesa. Una disposición muy noble, sí señor, una que ya demoraba su presencia. La espalda recta, el ánimo bien despierto, resuelto. Se enciende y se apaga la caldera, obligada por su eficiente termostato, calentando el salón, el estudio, el dormitorio, pero no hay radiadores en la cocina. El frío ayuda, espabila, obliga al corazón a dejarse de tonterías. El frío es la mar de saludable en asuntos de amor. Hay que tomarse estas cosas con ridícula seriedad o no mencionarlas en absoluto. 
Si hay que hacer más café, se hace, cualquier cosa con tal de evitar que nos venza el cansancio. No desfallecer es lo esencial, llegados a este punto. Bien mirado, no es de extrañar el desastre que me precede, nunca antes demostraré tal entereza; me conformaba, supongo, con el rumor infantil de las ensoñaciones, con la temperatura amable y engañosa de las habitaciones más calientes de la casa.
No era capaz entonces de soportar el frío, me quejaba, como los niños que protestan por cualquier cosa y lo desean todo sin desear nada y se aburren a cada rato de sus regalos nuevos. Pero ese tiempo ya ha pasado, este tiempo es otro. Ni san valentines, ni puñetas. Ni cartas de amor, ni zarandajas. Ni licores, ni flores. Un café más y a lo que íbamos.
Sentada en la cocina ya no imagino nada y me remito a los hechos. Hay datos exactos, pruebas, decisiones tomadas. No me tiemblan las manos a la hora de dar puñetazos en la mesa, el ruido de los nudillos contra la madera se extiende por el pasillo, es muy posible que lo escuches. No lo hago por distraerte, sino para darme la razón, para decirme que sí, que es cierto. No estoy ya para andar como los gatos, en silencio y como quien no quiere la cosa.
Puedo hablar en voz alta y lo hago. Sí de amar se trata, amemos, pero no como los niños, o los poetas. Sin gemidos ni reproches, sin desmayos ni señuelos. Que no se diga que el tiempo nos pasa por encima para nada. La paciencia humana tiene sus límites y la mía está agotada. No mentiré de nuevo, las herramientas a cierta edad deben sustituir a los juguetes, también ha cambiado el tamaño de nuestros dedos. Dejemos que la edad haga su trabajo.
Ya no es posible pretender amar solo en febrero, ni al tuntún de la luna y las mareas. Si se apagan las velas, que se apaguen; si e mueren las rosas, que se mueran; si se pierde un guante, bien perdido está. Nada se parece a ti, y por tanto me parece conveniente no compararte con nada. 
Más que harta estaba ya de la traición gélida de los espejos. De la trampa y el cartón de los misterios y la coquetería boba de las leyendas, los laberintos, los crucigramas.
Sentada en la cocina y apoyando la espalda contra el frío real, me dispongo por fin a quererte, pero no como los niños, no con ese amor caprichosamente desesperado, no entre los tesoros que en realidad tengo, sino en serio. Con las palmas de las manos hacia arriba y los ojos bien abiertos...

La chica de los gatos.

jueves, 17 de octubre de 2013

Doscientos noventa.


Revolviste todo de nuevo, desordenando esquemas en proceso de archivación; rompiendo cristales ya rotos en mil pedazos. Echaste más sal en la herida, alcohol en las llagas y ¿ahora qué? ¡Ahora cúrame! te lo exijo, ¡cúrame! si... es una orden ¡cúrame! muy bien, poquito a poco sin que quede cicatriz, desoxídame el corazón, aunque sea en una milésima de segundo hazme feliz, hazlo... 

La chica de los gatos.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y nueve.


No tengo ni idea de lo que piensas de mi, de qué soy para ti. Todo empezó como un juego, una especie de coña enrevesada. Y ahora, en tiempo muerto, la pregunta se hace fuerte, exigiendo ser contestada. ¿Nunca os ha pasado, no saber lo que piensa una persona de ti?

La chica de los gatos.

martes, 15 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y ocho.


Miedo. Que palabra más terrible. Por las noches, sola en mi cama, siempre está presente, acosándome. Miedo. Si es que sin ti no soy nada, y me invade el terrible presentimiento de que un día te irás, y jamás volverás

La chica de los gatos.

lunes, 14 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y siete.


Midamos el tiempo en latidos. Lanza el dado y quiéreme, pero hazlo sin prisas. Quiéreme tan despacio que se nos agote la vida entre besos, entre buscarnos a tientas y con calma debajo de las sábanas, para encontrarnos y declararnos la guerra a caricias. Respírame y haz de mis labios una extensión de los tuyos, entremezcla nuestros alientos y convierte mis expiraciones en tus inspiraciones, para llenarte los pulmones de recuerdos, de gemidos que se suicidaron en nuestras gargantas. De mañanas con las piernas enredadas, en las que lentamente y con cariño nos quitamos la ropa y nos abrazamos, silenciamos las manecillas del reloj y nos concentramos en el tic-tac de nuestros pechos... Mañanas en las que jugamos a los exploradores y nos descubrimos recovecos perdidos...
DESCOLÓCAME los lunares. Susúrrame al oído y sorpréndeme en la dirección opuesta de mi cuello. Haz música en mis dedos de teclas de celesta. 

La chica de los gatos.

domingo, 13 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y seis.


Para cometer una locura, se necesitan dos locos. Media botella de vodka y una de ron. A veces me pregunto si tú estás loco también. Porque si lo estás, no sé a qué esperas. Y entonces será terrible. Yo empezaré a volar en menos de dos besos. A ti te doy cuatro miradas. NO MÁS. Y lloverá, ya verás.
Y después de abrazarte unas cuantas horas, si quieres nos olvidamos. Y nos dedicamos a vernos de lejos y a felicitarnos la Navidad, como hacemos ahora. O si no, quedamos y nos tomamos una cerveza y me cuentas un poco tu vida. O, que digo. Puedes regalarme mimos en alguna esquina. O encontrarnos en el metro sin querer, ya sabes.

La chica de los gatos.

Doscientos ochenta y cinco.


Supongo que todo empezó ese día. Cuando, por alguna de estas casualidades que la vida deja caer, nuestras miradas se cruzaron. Algo frugal, superficial. Aparté la vista, reí las gracias de siempre, lo pasé bien y regresé a casa. Pero algo había cambiado. Tu rostro estaba presente en cada pensamiento que cruzaba mi mente. Y entonces lo supe. Otra vez, como una estúpida, me había enamorado.

La chica de los gatos.

viernes, 11 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y cuatro.


La gente dice que lo más importante en la vida es ver siempre las cosas como son en realidad, pero todo lo que hacemos, todos los planes que trazamos son una mentira. Cerramos los ojos y fingimos que nunca llegará el día en que ya no tengamos que hacer más planes. La esperanza es la mayor mentira que existe, y es la mejor. Tienes que seguir viviendo como si todo tuviera sentido, o dejaríamos de vivir.

La chica de los gatos.

jueves, 10 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y tres.


En cuanto a mi, sigo creyendo en el paraíso. Sin embargo ahora sé que no se trata de ningún lugar concreto. Lo importante no es a dónde vas, sino cómo te sientes en el momento en que llegas a formar parte de algo. Y si encuentras ese momento, es para siempre.

La chica de los gatos.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y dos.


Me he cansado. Me he cansado de llorar, cuando realmente quiero gritar. Me he cansado de hacer malabares para encontrar en qué punto del camino hice yo algo mal, cuando la culpa es de otra persona. Estoy hasta los cojones de lanzar puñetazos y hacerlos volverse contra mi pecho. También me he cansado de tener que aparentar que una situación es normal, que nada ha pasado. Fingir que nada tiene tanta importancia, que no me afecta nada y a nadie afecta, que es común.
Me he cansado de intentar hacerme creer que no necesito cosas. Que no lo necesito, sino que lo quiero. No. Hay cosas que se quieren y hay cosas que se necesitan. Hace varios años, llenaba hojas de cuadernos llorando que me faltaba algo, que necesitaba algo y no sabía qué. Cuando me cansé de lloriquear, decidí que ya no quería necesitar cosas nunca más. Ahora comprendo que esas cosas no se deciden y que todos -sí, todos- tenemos necesidades. Y sólo quienes lo admiten y se preocupan por atenderlas y satisfacerlas, viven felices.

La chica de los gatos.

martes, 8 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y uno.


Pero de momento, no seas orgulloso, y juega un ratito a dejarte llevar. Porque más loco que tú, no hay ninguno. Y sabes que los hombres complicados, no se seducen con los placeres más sencillos. Y no lo niegues, tú en el fondo no eres tan complicado.

La chica de los gatos.

lunes, 7 de octubre de 2013

Doscientos ochenta.


En algún momento hay que decidirse; los muros no mantienen a los demás fuera sino a ti dentro, la vida es un caos, somos así. Puedes pasarte la vida levantando muros, o puedes vivirla saltándolos. Aunque hay algunos muros demasiado peligrosos para cruzarlos y lo único que se es que si finalmente te aventuras a cruzar... las vistas al otro lado son fantásticas...

La chica de los gatos.

domingo, 6 de octubre de 2013

Doscientos setenta y nueve.


Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por si mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales.
Son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia, qe unas veces pensaba que en esa serie figuraban por error.
El primer curso de la Universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llaman primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos ya que entre ellos siempre hay un número que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos
A ella no se lo había dicho. Cuando se imaginaban confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada.

La chica de los gatos.

Doscientos setenta y ocho.


¿Y si en vez de quererse TANTO, hubieran probado a quererse BIEN?
Nunca hicieron el amor durante horas. Ni toda la noche. Ni hubo orgasmos de esos que dicen, te hacen subir hasta las estrellas. Pero hicieron el amor muchas veces. En cualquier sitio. Hacían el amor con la mirada. Con los gestos. Con las palabras. Con el corazón. Se querían tanto que no les hacía falta una cama, ni siquiera estar en casa. Porque se querían tanto, que hacían el amor sólo con estar juntos en cualquier cafetería. Hacían el amor a gritos y luego en silencio. Se desnudaban con la ropa puesta y hacían el amor con cada poro de su piel.
La última noche, se follaron. Y ese fue el principio del fin.

La chica de los gatos.

Doscientos setenta y siete.


Es esa forma tuya de ver el mundo y de permanecer en él. Preguntándote el motivo de cada movimiento. Inquieto en tu trozo de planeta, rodeado de fórmulas y bombardeándome a teorías. Puedes razonarme cada fenómeno inesperado, cada giro aleatorio de los acontecimientos universales... Sin embargo aun sigues asombrándote cuando hacemos el amor y sientes electricidad en todo tu cuerpo.
A=(a+i+x)k. Esta es la fórmula del amor según Eduard Punset... es decir: el amor es resultado del apego persona, la inversión familiar y la sexualidad (todo ello bajo la influencia del entorno).
Pero esa electricidad, esos escalofríos, ese latir juntos y hacer magia bajo las sábanas de cualquier domingo, de desayunarnos, no pueden encerrarse en una probeta. No quiero que nadie se atreva a buscar una teoría que demuestra que cada abrazo de esos que gritan un "no te vayas nunca" es predecible. Si a ti y a mi nos consumiría perdernos algún día, si hemos llegado a explotar en mil colores que nunca han existido, quiero que le demostremos al mundo que no se trata de lógica, sino de algo más misterioso e inalcanzable que se esconde en las tripas y nos hace cosquillas en la nuca cuando nos decimos que nos queremos
(Lo nuestro no va de lógica, va de orgasmos y corazón).

La chica de los gatos.

jueves, 3 de octubre de 2013

Doscientos setenta y seis.


-No vuelvas a hacerlo.
-¿Volver a hacer qué?
-Unirte emocionalmente a alguien que te presta un mínimo de atención porque te sientes sola. La soledad es una condición humana, nadie conseguirá llenar nunca ese vacío, lo mejor que puedes hacer es conocerte a ti misma, saber lo que quieres, y no dejar que te desvíen del camino...

La chica de los gatos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Doscientos sententa y cinco.


Baila. Rie. Muerde otros labios. Roza. Siente. Desgasta la piel a besos. Respira. Vive. Folla o haz el amor, lo que prefieras. Deja que tu corazón tiemble con cada gemido. Déjate llevar. Regala tus mejores caricias, y también sonrisas. Amanece en otros brazos. Disfruta, que yo también lo hago. pero no me trates como a una más, porque no lo soy, y los dos lo sabemos.

La chica de los gatos.

martes, 1 de octubre de 2013

Doscientos setenta y cuatro.


Este año estaba lleno de planes. Y a día de hoy tu encanto aún no se ha rebajado a mi sonrisa de idiota. No te pido más. Devuélveme lo que me debes, convertido en amor una noche. Una noche. De las miles que vas a pasar en esta vida. Una. UNA. Y después olvídame si quieres... Ayer lo aprendí. Que aunque respiremos el aire del mismo bar, no nos sabe igual. Es tiempo que me debes. Por los besos que intentaste y no me diste. Algo te queda y lo sabes. Si no, mañana mismo abandono. Dime que no te encantaría y ME RINDO, te lo juro.

La chica de los gatos.